Condenado por golpear y encerrar a su expareja además de prohibirle salir e incluso trabajar

19/09/2024

Todo comenzó cuando la denunciante decidió mudarse con su entonces pareja, un joven de 23 años. Al principio, la convivencia parecía tranquila, pero con el tiempo las cosas cambiaron radicalmente.

Apenas a los tres meses de relación, comenzaron los episodios de violencia. El joven, que hasta entonces no había mostrado signos de agresividad, empezó a golpearla, agarrándola del pelo y los brazos cuando ella manifestaba su deseo de volver a casa de su madre. La situación se fue agravando, y lo que inicialmente eran discusiones se transformaron en episodios diarios de violencia física y emocional.

El agresor, además de ser posesivo y celoso, comenzó a prohibirle salir de la casa e incluso trabajar, mientras él se quedaba sin empleo y dependía económicamente de ella. Los golpes se volvieron constantes, mientras la joven vivía prisionera dentro de la casa, cuyas ventanas estaban cubiertas con rejas. Incluso en las ocasiones en las que lograba salir a la calle, él la seguía o la traía de vuelta a empujones. Nadie intervenía, aunque los vecinos eran testigos de lo que sucedía.

A pesar del miedo, la joven logró escapar aprovechando un descuido de su agresor, que se encontraba bañándose, tomó sus cosas y corrió hacia la comisaría para denunciar lo que había vivido. Dos días después, decidió regresar a la casa, no para quedarse, sino para recoger sus pertenencias. Sin embargo, su intento por finalizar la relación y cerrar ese capítulo de su vida terminó en otro episodio violento. Su ex pareja no solo la encerró nuevamente, sino que la golpeó y retuvo durante varios días hasta que, en otro descuido, pudo escapar corriendo, esta vez definitivamente.

Radicó la denuncia y la causa llegó a una audiencia flexible y multipropósito en Salta. El agresor, de 23 años, admitió los hechos y fue condenado a dos años de prisión en suspenso por los delitos de lesiones leves agravadas por la relación de pareja previa y violencia de género, y privación ilegítima de la libertad. Además, se le impusieron reglas de conducta, entre las cuales figura la obligación de iniciar un tratamiento psicológico.

La víctima, por su parte, asistió a la audiencia y, aunque expresó su perdón hacia su agresor, también manifestó su deseo de que él reciba tratamiento por su consumo de drogas, ya que teme que otras personas puedan sufrir lo que ella vivió.

Justicia Salta
*imagen ilustrativa

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