“Aquellos que producen tienen derecho a cobrar por lo que producen”

Jorge Zaccagnini fue director de Mundo Informático, el primer periódico tecnológico especializado del país. Y actualmente dirige MI Club Tecnológico, una revista dedicada al impacto social de la ciencia y la tecnología. TELAM dialogó con él en exclusiva sobre periodismo científico, producción y ciencia.
- Usted es uno de los pioneros del periodismo de ciencia y la tecnología, ¿cómo ve hoy al periodismo científico?
- Creo que el llamado “periodismo científico” está frente a un dilema importante, que es elegir entre permanecer en su posición de siempre o comprender que el país ha iniciado una etapa diferente de su realidad científico-tecnológica. Antes, para muchos periodistas era más importante una noticia con la obtención de un premio, que difundir una innovación que produjese un beneficio objetivo a la sociedad argentina. Esto ha cambiado. Y el periodismo debiera acompañar ese cambio.

- ¿Usted cree que hoy la ciencia y la tecnología miran hacia esas necesidades sociales que existen en el país?
- La ciencia y la tecnología no son actividades neutras. Se direccionan desde una mirada política y se fijan en un modelo de producción concreto. En ese sentido, desde la creación de Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva ha habido un cambio y una potenciación de las políticas. La Argentina ha puesto en marcha su aparato productivo en forma vigorosa, y esa realidad positiva ha generado un enorme desafío nuevo.

- ¿Cuál es el desafío?
- Contar con una población con los conocimientos necesarios para poder acompañar las perspectivas de crecimiento de la producción que el país tiene, y que continúa aún en un contexto global recesivo como el actual. En ese sentido, cabe destacar la actitud de los gremios industriales argentinos, que en estos días están anunciando la creación de la Confederación de Gremios Industriales: un ámbito que, desde el trabajo, puede ayudar a encontrar respuestas a estas demandas que plantea el crecimiento industrial.

- ¿Y cuál sería la relación?
- La organización política de un sector productivo busca focalizar y anudar redes con el Estado y entre las empresas. Y la búsqueda de conocimientos científicos y tecnológicos sigue ese mismo camino. Un ejemplo, hace un tiempo atrás, el secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica, Antonio Caló, planteaban la necesidad de capacitar tecnológicamente a los trabajadores argentinos. Esa voluntad ha crecido en el conjunto de otros gremios industriales que han tomado una actitud positiva y absolutamente valiosa con respecto a cómo los trabajadores deben acompañar el proceso de crecimiento de la Nación.

- Hablemos un poco de las nuevas formas de producción.
- Hoy, todas las tendencias apuntan a la conveniencia de producir bienes intangibles, como el software y la oportunidad mundial que le significa a un país como la Argentina. A mí me parece que es un tema muy interesante, pero en tanto la integración de nuevas estructuras productivas mire a los trabajadores, como decía antes. Pero, además, hay otras formas productivas novedosas que alcanzaron un éxito comercial y que, en lugar de basarse en la competencia, como en el capitalismo tradicional, se vienen basando en actitudes solidarias de creación.

- Por ejemplo…
- El gran ejemplo es el software libre. Es decir, un ámbito donde todo el mundo hace su negocio, desarrolla su interés, pero con una primera condición: que quien desarrolla, deja en manos de los demás su trabajo con la idea de que esas personas le agreguen un valor y, a su vez, hagan nuevos negocios. Esto ha permitido crear una oferta tecnológica que compite abiertamente con las marcas comerciales desarrolladas con el viejo esquema del capitalismo salvaje. Este es un ejemplo para las industrias intangibles, pero también para el conjunto de la sociedad en un momento donde las fórmulas tradicionales del capitalismo parecen requerir de nuevos paradigmas.

- ¿La crisis sobre la libertad en Internet es parte de este proceso de cambio?
- La llamada censura en Internet es, como siempre, un río revuelto que trae oro, barro y agua. Hay de todo. Personalmente, creo que aquellos que producen tienen derecho a cobrar por lo que producen. La copia sin reconocer ese derecho es algo incorrecto. Pero también creo que normalmente los que producen son los menos beneficiados con su producto, en la medida que termina siendo el negocio de grandes conglomerados globales. El ejemplo clásico se da con las discográficas, que se quedan con la parte del león. Pienso que se deben buscar nuevas formas de comercialización, que permitan que esa intermediación, inevitable hace 50 años, pueda ser recompuesta de tal manera que a cada cual le toque el pedacito que le corresponde. En otras palabras, que no sea el negocio de unos pocos en nombre de esa libertad de mercado que ya todos tan bien conocimos.

- Frente a los intentos de control en Internet se han producido reacciones en todo el mundo. ¿Cómo vio a la Argentina en esa movilización?
- En el país hay varias generaciones que han levantado justas banderas de reivindicación para mantener la libertad de Internet. Porque el riesgo que existe es que en la defensa de lo nacional, hecha desde un país como los Estados Unidos, se esconden los intereses de las corporaciones que se protegen dentro de ese país, pero que terminan, en última instancia, pasando por encima de los intereses que el propio país tiene. En ese sentido, me pareció muy sana esa reacción. En esto, creo que hay que dejar de lado los ideologismos e ir a lo concreto: defender a los creadores y defender a los usuarios para evitar la intermediación que tradicionalmente se queda con los resultados económicos más jugosos. Porque de eso se trata. Hay que entender que esta movida en los Estados Unidos no es ideológica, sino esencialmente comercial, y que está defendiendo intereses que terminarán perjudicando a cada nación, incluyendo a los propios Estados Unidos.

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