El doctor Alfonsin fue homenajeado por Daniel Isa

01/04/2009

“¿MUERE ACASO EL PAMPERO, SE MUEREN LAS ESPADAS?”, se pregunta Jorge Luis Borges en el texto-homenaje con que le expresa su admiración al caudillo riojano Facundo Quiroga”. Con estas palabras, Daniel Isa, candidato a Diputado Nacional, comenzó un sentido homenaje a Doctor Raúl Alfonsín en una reunión con dirigentes de la JP y de la Juventud Universitaria Peronista.

 

A esta introducción agregó: “Ya se encargarán los diferentes historiadores de especular los distintos rumbos que le darán a la vida y a la obra del doctor Raúl Alfonsín.

Yo por mi parte no puedo sobreponer mi ideología a la escencia ontológica de un hombre que, alguna vez, le tocó la honra de ser todos los hombres de la República Argentina.

Una escencia que se transparentaba en su modo de ser, en esa inmensa y maciza integridad campesina de su alma, pero también en la decidida luz de inteligencia con que sus ojos escrudiñaban los grandes temas de estado, la dinámica contradictoria y alucinante de la política nacional e internacional.

No puedo más que sentir la honra de su amistad y de saberla legítimamente válida para el caudillo de Chascomús, aquella sentencia que el poeta Walter Adet le legara al gran peruano César Vallejo: ´Porque hombres como él comparten con Dios la responsabilidad de lo creado´.

Militante, legislador municipal, legislador nacional, caudillo, líder, presidente de los argentinos y estadista del mundo no fueron en el doctor Raúl Alfonsín etapas de su trayectoria, por el contrario, las virtudes y los dones de cada uno de ellos era la materia con que vivió para gobernar, asesorar y entregar sus utopías en un país y en un planeta tan proclive a negarse a la evolución de la especie humana.

Nunca sentí tanta claridad como cuando estuve debajo de su sombra recibiendo las palabras más convenientes para el crecimiento político y social del líder paraguayo ´Yoyito´ Franco, artífice cabal de la victoria del presidente Lugo ante décadas y décadas del Partido Colorado.

Hombres como el doctor Raúl Alfonsín no mueren nunca, no sólo porque es el Padre de la Patria Democrática Contemporánea, sino también, y sobre todo, porque seguramente estará tramando junto a San Martín, Perón, Balbín, Rosas y Sarmiento, entre otras inmortalidades de la Argentina y Latinoamérica, las divergencias que tensarán definitivamente la urdimbre de nuestra unidad continental.

También recuerdo que jamás vi tanta velocidad edificante como la de su paciencia política y su indulgencia ideológica.

Para José Martí, el máximo héroe de la historia de cuba, la sencillez es virtud de los sabios, mientras que la simpleza es especulación de los prácticos.

Evidentemente, a todo eso el amigo, el hombre, el presidente, el estadista Raúl Alfonsín lo sabía, de otro modo no podría explicarse la mención de su nombre en las postrimerías del libro ´Tiempo Nublado´ del mexicano Octavio Paz, cuando sostiene que si la globalización no se sostiene en el espíritu de hombres como el doctor Alfonsín, entre otros, la Humanidad volverá al caos original.

Ahora que con la muerte del doctor Alfonsín sabemos que sigue siendo un hombre imprescindible, ¿nos animaremos nosotros a continuar su ejemplo, sintiéndonos aunque diferentes, unidos, pacíficos y necesarios?”.

 

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