Locales y visitantes: de cómo construir propuestas colectivas

03/11/2010

El INTI brindó asistencia a comunidades wichis para el trabajo de la goma brea, donde se cambió el eje del proyecto en función de las demandas locales basadas en el mejoramiento de los sistemas para pesar la producción.

Muchas veces, tanto instituciones como individuos tienden a expresar ideas que no se condicen con la práctica real. Sin embargo, la asistencia del INTI a las comunidades wichis en Salta -a través de su Unidad de Extensión local, el área de Metrología Legal y el Programa de Calidad de Vida- probó que no es el caso. El equipo, compuesto por Mónica Tedesco, Enrique Lafón y Jesús Cabrera, fue hacia las localidades salteñas de Pozo de la China y Pozo del Toro con la intención de desarrollar una tecnología de protección de la exudación de los árboles de donde se recolecta goma brea, y se encontraron con un pedido muy distinto de las comunidades: mejorar los sistemas de precisión y pesaje de las balanzas con las que se mide la goma brea recolectada.

Fundaltes, Fundación de la Universidad Nacional de Salta, contactó al Instituto en 2009 para llevar a cabo un programa amparado en dos partes: incorporar la goma brea como reemplazo de la goma arábiga, la que se utiliza como aditivo de la industria alimenticia (siendo que esta última actualmente se importa) y la necesidad de desarrollar un sistema de protección de la exudación del palo verde o chañar ante las lluvias, a fin de mejorar la obtención de cantidades posibles (teniendo en cuenta que la goma brea es un producto hidrosoluble).

Pese a que esto parecía ser potable, no sólo que las comunidades no barajan la goma brea como un insumo para la fabricación de alimentos, sino que además, en palabras de Tedesco, “en las épocas de lluvia, se lava el exudado de los árboles y se pierde la producción. Lo paradójico es que cuando estuvimos en el territorio, los integrantes de la comunidad minimizaron esto, ya que ellos hacen sus actividades productivas organizadas estacionalmente. Ellos veían que, si aumentaba la demanda de brea, podían organizarse y recolectar más. Es otra concepción distinta de lo productivo, porque cuando la goma se lava, ellos hacen otras cosas o se organizan para gestionar la recolección según el clima, que ellos conocen muy bien”.

Desde el punto de vista del proyecto de goma brea, los datos indican que actualmente se están vendiendo alrededor de 300 kilos mensuales a un comprador en Buenos Aires de la industria gráfica que lo ocupa como protector de planchas de offset y para cartuchos de impresión. En referencia a los precios pagados a las comunidades, Ana Álvarez, miembro de Asociana, una de las fundaciones que trabaja más de cerca con los wichis, indicó que el año pasado la Fundación pagó 3,5 pesos por kilo al recolector, con un fondo rotatorio de 6.000 pesos, y que el precio de venta al comprador (puesto en Buenos Aires, por kilo) de 4 pesos, les permitía cubrir los costos de logística y mantener el fondo antes mencionado. La expectativa para lo que queda del año radica en comercializar a 5 pesos el kilo puesto en Buenos Aires.

La invasión occidental

La situación desde la que se parte es compleja. En la actualidad, los pueblos originarios de la provincia de Salta llevan adelante una larga lucha para obtener el título de sus tierras y territorios, amenazados por diversos procesos que provocaron y provocan la degradación ambiental y el desalojo o arrinconamiento de sus familias por parte de empresas agrícolas que obtienen autorización para desmontar extensas superficies.

Cabe destacar que específicamente las comunidades wichis productoras de goma brea se encuentran cerca de la triple frontera. La zona es sojera y petrolera, lo cual la hace muy valiosa para el mundo occidental. Incluso la vegetación actual cuenta con árboles proveedores de maderas duras de alta calidad, y si bien está prohibida la tala, existe un mercado informal que las compra. La abundancia de recursos naturales se contrapone a elevados niveles de pobreza en el territorio, lo cual genera un sistema desfavorable para las comunidades originarias que en su marginalidad sufren las presiones sobre sus tierras en luchas desiguales. Finalmente no les queda más alternativa que trabajar en condiciones de precariedad, para además realizar labores que perjudican su propio ambiente (como la tala y el desmonte) e intercambiar sus propios recursos naturales a cambio de alimentos de escaso valor nutricional y además sobrevalorados. Este punto reviste particular gravedad, ya que la desnutrición se debe, en parte, a una conexión no virtuosa con el mundo occidental. Si bien algunos integrantes de la comunidad reciben ingresos a través de pensiones o cajas de comida, la dieta se transformó hacia un consumo exagerado de hidratos de carbono, caramelos y bebidas cola.

Palo verde o chañar, árbol nativo de donde se extrae la goma brea, que representa una fuente de ingresos para la comunidad.
Palo verde o chañar, árbol nativo de donde se extrae la goma brea, que representa una fuente de ingresos para la comunidad.    

Este cambio es un proceso nuevo, que se viene dando desde hace unos 10 años y suele ocurrir, que en realidad los que más ingresos reciben, son los que más problemas nutricionales tienen.
En parte se debe a la desaparición del monte, que los proveyó de alimentos, fibras y maderas durante años. En las zonas de desmonte se está llevando a cabo un proceso sostenido de éxodo, ya que de un año a otro se pierden muchísimas hectáreas y quedan algunas franjas de árboles entre enorme campos de soja.

La organización social de la comunidad es abierta, con familias ampliadas y cercanas. La vida social, mayormente, se realiza en espacios comunitarios, desde las que se brinda apoyo y una apropiación social generalizada de todo, incluyendo animales como cerdos, cabras, perros y gallinas. Esta cosmovisión, totalmente distinta a la imperante en la sociedad occidental capitalista, fue la que llevó al INTI a caer en una propuesta, más científica que operativa, que no se ajustaba a las demandas de la comunidad wichi, que luego fue replanteada con la ayuda de los referentes locales.

Diálogo, trabajo y su relación
Fueron los integrantes de la comunidad quienes hicieron hincapié en que se necesitaba ayuda, pero en otra etapa del proceso productivo ampliado de la goma brea: la comercialización y la logística. Sin embargo, en cuanto a la subsistencia de las comunidades, el cacique de una de ellas, David Pastor, expresó que la recolección no está incorporada en su quehacer diario y que sólo la recolectan porque se la compra la gente de la Fundación. Además indicó que en una época buena han llegado a recolectar 1.500 kilos en un año, con 25 personas y si se suman las mujeres pueden llegar a ser unos 90 recolectores.
Al momento del encuentro con el equipo del INTI, los referentes comunitarios aseguraron que controlar el peso de lo recolectado, influye directamente en los ingresos del grupo familiar. Los datos concretos son elocuentes: si se considera que se podría tener un margen de error de 200 gramos por pesada en bolsas de 4 kilos, y que la producción anual por familia es de 144 kilos, serían 36 bolsas a un valor de 4,5 pesos por kilo (valor estimado para 2010), este margen es de 162 pesos, representando alrededor de un 20% de mejora. Cobra particular relevancia el dato si se entiende que en la situación actual no se tiene certeza de los pesos comercializados.
Otra de las demandas de la comunidad wichi radica en el diseño de un sistema de almacenamiento y recolección -para los momentos previos a las lluvias- que les permita llegar a más de 100 kilos por recipiente. Actualmente, cada recolector puede extraer unos 4 kg, trabajando con bolsas de plasti-arpillera (de descarte donadas por empresas poroteras locales) en donde cargan unos 20 kg. Para el almacenado de estas bolsas, la Fundación posee oficinas donde almacenan 28 como máximo, y en referencia al peso por bolsa, nunca se superó los 50 kilos por bolsa. En la misma línea, la incorporación de balanzas tendrá mayor asimilación por las comunidades, dado que ya están familiarizados a verlas -no a operarlas- en sus transacciones; más que el uso de elementos de protección que deban fabricar y colocar.
En este contexto, una intervención simple, como sería la formación de base en materia de regulación de los sistemas de pesaje, permitiría a los representantes del Instituto comenzar a interactuar en el territorio y generar confianza en las comunidades para ir desarrollando paulatina y colectivamente intervenciones más complejas.
Contactos:
Jesús Cabrera, jcabrera@inti.gob.ar
Unidad Operativa Salta
Enrique Lafón, elafon@inti.gob.ar
Metrología Legal
Mónica Tedesco, tedesco@inti.gob.ar
Programa de Calidad de Vida

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