Semáforos inteligentes reducen la contaminación y agilizan el tráfico

12/04/2012


Supondrían un 28% menos de tiempo de espera en los cruces y un 6,5% menos de emisiones de CO2

Científicos norteamericanos y rumanos han desarrollado un modelo informático basado en información real que atribuye inteligencia a los semáforos para optimizar la gestión del tráfico. De esta forma han comprobado que se reduce un 28% el tiempo de espera en los cruces en hora punta y un 6,5% las emisiones de CO2. El modelo puede potenciarse si se incorpora a los automóviles un software específico que avise a los conductores tanto de las velocidades recomendables en función de las luces de los semáforos, como en función de la cantidad de coches que se pueden encontrar en los atascos. Esta aplicación también podría trasladar información al sistema para mejorar la regulación del tráfico mediante los semáforos.
Los avances en la informática móvil y en las comunicaciones sin cable ofrecen cada vez más posibilidades para el desarrollo de Sistemas de Transporte Inteligente (ITS. Estos sistemas implican un amplio grado de tecnologías basadas en telecomunicaciones y electrónica, así como su incorporación a la infraestructura de vehículos y sistemas de transporte. La finalidad de estos ITS sería la de reducir los atascos y mejorar la seguridad del tráfico.

Partiendo de los últimos avances en este campo, un equipo de informáticos de la Rutgers University de Estados Unidos, en colaboración con la Universidad Politécnica de Bucarest, en Rumania, ha desarrollado un modelo en el cual los semáforos “toman decisiones” de control de sus luces basándose en la información que proviene de los vehículos, informa la revista NewScientist.

El modelo registró los picos de flujo de tráfico de dos de los principales cruces de la ciudad de Bucarest, en Rumania, al tiempo que se establecía el patrón de dicho flujo desde el laboratorio de computación distribuida de la Rutgers University.

El modelo se considera como una representación simplificada de la realidad en la que aparecen algunas de sus propiedades, mientras que la simulación es la experimentación con un modelo de una hipótesis o un conjunto de hipótesis de trabajo.

Reducción de emisiones

En el modelo de estos informáticos, a los semáforos se les suministró información acerca de la posición y de la velocidad de todos los vehículos de las calles cercanas de Bucarest, y se les programó para calcular con esta información cómo organizar los cambios de color de sus luces, con el fin de agilizar el tráfico.

Las mediciones de la reducción del tiempo que pasaban los vehículos en el cruce, realizadas en comparación con el tiempo de recorrido calculado en ausencia de un mecanismo de control, se acompañaron con mediciones de las emisiones de CO2 en el mismo lugar y periodo.

Estas emisiones disminuyeron un 6,5% gracias al sistema, al mismo tiempo que el tiempo que los conductores pasan esperando en los cruces de las ciudades en horas de máxima afluencia de tráfico se redujo hasta un 28%.

Los investigadores señalan que, según este modelo, tanto los tiempos de los recorridos como el consumo de combustible y las emisiones contaminantes, pueden disminuirse en el mundo real con una gestión inteligente del tráfico realizada desde los semáforos.

Sistema adaptable

Según explican los artífices de esta propuesta en la comunicación que presentaron el año pasado en la Vehicular Technology Conference, el invento consiste en un conjunto de semáforos con capacidad de adaptación, y en un nódulo fijo de control situado en una intersección. Este nódulo determina los valores óptimos para la regulación de los cambios de color de los semáforos.

El sistema tendría mayores beneficios en comparación con otros sistemas adaptables basados en sensores o cámaras, aseguran los científicos. En los últimos treinta años, se han realizado grandes esfuerzos para crear sistemas de semáforos que puedan responder a las necesidades de un tráfico urbano cada vez más denso.

La mayoría de estos sistemas de control de señales en Estados Unidos, por ejemplo, se basan en planes de cronometraje generados sin conexión informática y han sido desarrollados por ingenieros especializados aplicando modelos de optimización. Pero son difíciles de mantener y no responden eficazmente en todas las situaciones.

Con el modelo desarrollado en la universidad de Rutgers, los investigadores comprobaron sin embargo que es posible mejorar significativamente el flujo del tráfico con respecto a lo que consiguen otros sistemas convencionales aplicados a semáforos ya existentes.

Comunicación desde el vehículo

El modelo abre además otra posibilidad: que los coches incorporen un software específico que avise a los conductores tanto de las velocidades recomendables en función de las luces de los semáforos, como en función de la cantidad de coches que se pueden encontrar en los atascos. Esta aplicación también podría trasladar información al sistema para mejorar la regulación del tráfico mediante los semáforos.

Para que esto último fuera viable, sin embargo, los vehículos deberían estar conectados con el sistema informático que controla los semáforos de cualquier ciudad. Aunque actualmente esto no es posible, diferentes empresas y grupos de investigación de todo el mundo trabajan ya en el desarrollo de sistemas de comunicación entre coches que puedan adaptarse a este propósito.

Es el caso de Dash Express, que es una unidad GPS con conexión a Internet para coches que permite la comunicación con otras unidades rodantes para compartir información sobre el estado del tráfico a través de la red Dash Driver. O de CarTel, una plataforma que envía y recibe información durante los viajes en coche a través de la tecnología Wi-Fi.

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