Las prácticas de esquilas sustentables de vicuñas en silvestría, que reúnen valores culturales, sociales, ambientales y productivos, vienen registrando en Jujuy un incremento notorio. Tanto en términos de cantidad de chakus, como de comunidades que desarrollan las esquilas, y de cantidad de fibra de vicuña esquilada.
En ese contexto se inscribe el inicio de las esquilas en el departamento Yavi (ubicado a aproximadamente 300 kms de la capital jujeña,) que registra 5 prácticas en total, en las comunidades de Quirquinchos, Larcas, Suripujio, El Cóndor, Escobar, Cholacor y Azul K’asa. Llegando a capturar y esquilar 1404 ejemplares de vicuñas, y acopiar 240,285 kgs de fibra de las cuales el 90 % corresponde para las comunidades y el 10 % para el Estado según disposición del gobierno provincial que tiene dominio sobre los bienes naturales, pero reconoce la importancia de este recurso para el desarrollo de las economías locales.
Según explicó la secretaria de Biodiversidad y Desarrollo Sustentable del ministerio, Ana Rodríguez, la información técnica relevada por los biólogos de la secretaría que lidera, las vicuñas presentaron un excelente estado sanitario. “Esto refleja –destacó- la calidad de la pastura y la alimentación disponible en la región”.
En este sentido, cabe recordar que las esquilas también permitieron un cambio de percepción de las comunidades respecto a las vicuñas. Durante muchos años fueron consideradas competidoras por la pastura de ganado, pero ahora son vistas como un recurso valioso que puede ofrecer posibilidades de desarrollo de las economías locales. “Muchos años antes las comunidades consideraban a la vicuña como una amenaza, mientras que en los últimos años han pasado a ser vistas como un beneficio. Este cambio de perspectiva es crucial para la conservación de la especie, que ha cobrado un lugar destacado en la agenda comunitaria”, ponderó la secretaria Ana Rodríguez.
Y puso de relieve además que incluso algunas comunidades han decidido destinar partes de su territorio exclusivamente para la conservación de las vicuñas, evitando la permanencia de animales domésticos en estas zonas protegidas. Este proceso no solo beneficia a las vicuñas, sino que también promueve un desarrollo sostenible y una relación armónica entre las comunidades y su entorno natural.