Adolescentes de los Centros Porvenir programaron una CASA INTELIGENTE en los talleres de robótica
03/04/2020
En las localidades de Rosario de Lerma –Salta- y Los Lapachos –Jujuy-, en el marco de los Centros Porvenir, se llevaron a cabo espacios destinados al desarrollo de los intereses y competencias propios de los adolescentes hijos de trabajadores rurales.
Como parte del funcionamiento de los Centros de Verano del programa Porvenir durante los meses de enero y febrero, se pusieron en marcha dos espacios de formación y desarrollo personal, especiales para 60 adolescentes hijos de productores y trabajadores tabacaleros. La iniciativa tuvo lugar en Los Lapachos –Jujuy- y Rosario de Lerma – Salta-.
Estos espacios diferenciados para los jóvenes de 16 y 17 años tuveron fin de atender a sus necesidades específicas y acordes a la edad, y coordinados por docentes abocados a sus inquietudes. La propuesta incluyó una diversidad de talleres rotativos para que los participantes pudieran profundizar en las áreas en las que se sintieran más atraídos y así desarrollar sus intereses y talentos.
Algunos de ellos fueron los talleres de maquillaje artístico; de diseño y costura; o de herrería y carpintería, que generaron gran interés incluso como posibilidad de formación en oficios para el futuro, además de brindarles competencias para su desarrollo personal.
También tuvieron lugar actividades deportivas y recreativas, además momentos específicos de reflexión y escucha, liderados por otros organismos invitados y profesionales especializados.
Como parte de esta completa propuesta, los talleres de robótica entusiasmaron a los participantes por la posibilidad de desarrollar proyectos mediante el uso de la tecnología y la robótica, a la vez que propiciaron la adquisición de nuevos saberes y habilidades.
Como parte de dicha actividad, este año se llevó a cabo el proyecto completo de una casa inteligente, capaz de funcionar de forma automatizada. Juan Pedro Vega Cruz, el profesor del taller de Los Lapachos, cuenta que “la idea original era realizar un prototipo de riego automático, que utiiza un sensor de humedad. Sin embargo, decidí aprovechar todos los sensores que traía el kit de robótica que se nos brindó para el taller, y los chicos se entusiasmaron con aplicarlos en un proyecto más grande”. Los jóvenes aprendieron primero, a usar cada herramienta individualmente, para luego dar forma a la idea de la casa inteligente. Por ejemplo, luego de aprender a programar autos controlados por bluetooth que funcionan con el celular, lograron aplicar dichos conocimientos para el encendido remoto de luces en la casa.
La casa inteligente consistió en una estructura real realizada con madera en el taller de carpinteria, que los propios chicos armaron y pintaron. Cuenta con un sensor de luz, que puede activar lámparas, equipos de música, y sistema de refrigeración. También funciona un sensor de proximidad ultrasónico para detectar la presencia de visitas; una alarma detectora de movimiento que percibe el calor corporal de las personas; y el ya mencionado sistema de riego automático, controlado por un sensor de humedad.
Para Vega Cruz, quien lideró 3 clases semanales de 3 horas, el aprendizajde de robótica, tiene el valor de incluir a muchas otras áreas y ciencias: “Es una combinacion de eléctronica y programación fundamentalmente, pero tambien de química, porque hablamos de la concepción de la electricidad a través del átomo. Vimos algo de física con respecto a las propiedades de los sensores, de la luz y del sonido, y un poco de matematica que se usa para programar”. Además, como la programación es en ingles, despertaba en los jóvenes la curiosidad por entender qué significaba cada código que aprendían a escribir. Por su parte, tambien intervenía el lenguaje, dado que la programación funciona en términos de mensajes armados con conectores, y condicionales. “Además está la práctica, nociones de cableado, soldado, puesta en funcionamiento con equipos de corriente alterna como lámparas y ventiladores”, agrega el profesor.
Los talleres de Robótica, lograron de esta forma, despertar en los adolescentes la curiosidad por comprender el mundo que los rodea y aprender herramientas concretas de aplicación real. Funcionaron por segundo año consecutivo como parte de los Centros de Verano Porvenir, la iniciativa de Massalin Particulares y Asociación Conciencia, con el apoyo de las Cámaras y Cooperativas de Tabaco y otros actores del sector público y privado, que ya concluyó su 17ma edición. En 2020, los Centros brindaron espacios de contención en 14 escuelas rurales de la región, de los que participaron más de 1300 hijos de trabajadores y productores tabacaleros de 0 a 18 años.
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