Acompañar en el proyecto de vida
20/10/2014
El BSPA Nº 7169 es una escuela secundaria para adultos ubicada a 25 minutos del centro de Salta, en la zona sudeste de la ciudad. Fue fundada en el año 2007 por demanda de la comunidad, un conjunto de barrios relativamente nuevo de ocupación no planificada que hoy ya ronda los 60.000 habitantes. Desde 2009, Víctor Roberto de Francesco es su director, cargo al que llegó a través de una trayectoria que tampoco fue planificada.
El proyecto original era ser abogado, carrera que estudió por tres años en la Universidad Católica de Salta mientras ejercía como maestro de educación primaria. Pero las necesidades económicas y las decisiones familiares lo llevaron a aceptar un cargo administrativo y a abandonar momentáneamente tanto la docencia como el estudio. Sin embargo, le duró poco. Un tiempo después y casi como un hobby, empezó a estudiar en paralelo el Profesorado de Castellano y Literatura, porque siempre le gustó escribir.
Al mismo tiempo, se fue acercando a la educación para adultos desde experiencias no formales, dando clases de apoyo en el barrio Palermo como parte de su militancia política. Era 1993 y había mucho por hacer. “El sistema era precario”, dice, “y es allí donde comencé a elaborar proyectos destinados a centros de estudios para adultos: presenté mas de 15 proyectos en menos de 24 meses”. Desde entonces, su compromiso es con esta modalidad. “A veces uno llega a un lugar por accidente o porque necesita tener un trabajo, pero termina encontrando su lugar en el mundo. Eso es lo que me pasó a mi”.
Ser director
Aunque esta es su primera experiencia a cargo de una institución escolar, su forma de ver el lugar del director es muy particular. “Algunos llegan a la escuela de manera estructurada, se sientan atrás del escritorio y empiezan a mandar”, cuenta, “pero dirigir para mi no es eso”. Por el contrario, el lugar del coordinador es el de alguien que escucha y acompaña. Para él, “la dirección tiene mucho de hablar, de hablar con los alumnos y con los docentes para que todos se sientan como en su casa”.
Esto se relaciona con lo que Víctor considera que es una buena escuela, que es aquella que no solo se preocupa y ocupa de lo académico sino que también asume responsabilidades sobre lo social, sobre el sujeto como persona y como parte de una comunidad. Para el director, “el mejor colegio es aquel que le sabe dar un proyecto de vida tanto al alumno como al docente, un colegio que le enseña que sí se puede”. Su función es entonces crear un clima de trabajo propicio y mediar en los esfuerzos colectivos para que todos puedan llevar adelante sus ideas dentro de la escuela.
Tal vez por este compromiso, considera que el horario de clases es un límite más bien simbólico, porque a la escuela le dedica todo el día. Como un domingo que salió en el auto con su esposa y tres hijos a seguir al intendente por todo Salta. Cuando lo tuvo frente a frente, le dijo que la ciudad debía hacerse cargo de la merienda en el BSPA como lo hacía en las escuelas de educación común, porque los adultos que estudian deberían tener los mismos derechos que los niños. Gracias a este esfuerzo de mediación, hoy en la escuela se reparten diariamente 500 tortillas de la panadería social municipal, servidas con té o mate cocido.
Educación para adultos
Como docente con una fuerte identificación con la educación para adultos, a Víctor le preocupa que la modalidad sea objeto de prejuicios varios. “Muchos piensan que la educación para adultos no tiene sentido porque ellos ya tuvieron su oportunidad, pero no es así, porque estás trabajando con personas, con gente muy golpeada por la vida. Si cuidás al niño y cuidás al adolescente, también tenés que ayudar al adulto, porque ese adulto es padre y le enseña a los hijos los mismos valores que les estás enseñando a él”.
En este sentido, cree que en los últimos años se ha hecho mucho para garantizar el derecho de los adultos a estudiar, aunque sabe que hay aun hay trabajo por hacer. Un punto es ajustar la oferta escolar a las necesidades específicas de los adultos, para quienes el estudio viene necesariamente después del trabajo y la familia. “Creo que hay desestructurar e innovar, porque la gente tiene otras prioridades y otras necesidades”, explica, “hay que cambiar el currículo para darle oportunidad a otro tipo de áreas que están demostrando ser útiles para que la persona se inserte de nuevo en el sistema educativo y para que se sienta más preparado también desde el punto de vista humano”.
Entre los nuevos contenidos que debería tener el curriculum desde la mirada de Víctor, están el arte y, especialmente, el trabajo. Y para eso se utilizan los fondos del Plan de Mejoras Institucional en este BSPA: para contratar a un artista plástico que trabaje con un grupo de estudiantes en un mural para el frente de la escuela o para dictar clases de salsa y bachata a los alumnos que recién ingresan. También para ofrecer cursos de oficios los sábados, que en 2013 fueron de herrería, electricidad y repostería y este año serán de mecánica para motos, reparación de celulares y peluquería, de acuerdo a las demandas de los mismos estudiantes.
Con el horizonte en la comunidad…
Cuando Víctor tomó la dirección del BSPA Nº 7169, el clima institucional era complicado, los alumnos eran pocos y el abandono mucho.“Yo me empecé a preguntar por qué era que pasaba eso. Y pasa que en la condición social de ellos, cuando ven una puerta cerrada es como que alguien les esta impidiendo el paso, es algo que es lejano a ellos. La escuela no tenía sentido de pertenencia hacia la comunidad. Entonces, la manera de innovar fue abrir las puertas del colegio. Yo trabajo con las puertas totalmente abiertas”.
La escuela se ubica en lo que antes se conocía como el Tuscal de Velarde, una llanura árida en la que Güemes y sus gauchos ganaron una batalla contra los realistas en 1814. Hoy es un barrio muy pobre y con muchas necesidades. La escuela, en este contexto, “no tiene que tener miedo de hacerse cargo de lo social”, dice Víctor. Para ello, la escuela trabaja con otras instituciones de la comunidad en una mesa de enlace barrial.“Todos compartimos las mismas problemáticas sociales: una institución sola no puede, su alcance es limitado y no es lo mismo si toda la comunidad hace el esfuerzo”.
Puertas adentro, el director trabaja para que a través de los contenidos de la enseñanza se puedan visibilizar las problemáticas locales, creando espacios de reflexión para que luego los alumnos sean agentes multiplicadores de ese trabajo en la comunidad. Un ejemplo fue la producción del cortometraje “El regreso de Rolo”, sobre el consumo de drogas, proyectado en otras escuelas e instituciones del barrio. Otro es el proyecto “Sembrando sueños” , que apunta a forestar el espacio urbano y crear consciencia ambiental como actividades que permiten combatir las enfermedades respiratorias crónicas que se repiten en la zona, trabajo que se realiza junto la Universidad Nacional de Salta y la fundación Martes Verdes.
Estos proyectos además tienen por función crear comunidad al interior de la escuela para retener a los estudiantes.“El secreto está en cada mes motivarlos con alguna actividad extracurricular que tenga base en las necesidades de la comunidad y de los estudiantes”. Entonces los docentes planifican y el director pone en marcha todos los mecanismos necesarios para que puedan llevarse adelante. No se trata, sin embargo, de actividades aisladas, sino pensadas como acciones transversales y con continuidad.
La elección de la reina (“para ver cómo están trabajando los profesores el tema de la autoestima”), un concurso de decoración de las aulas para conmemorar el 9 de Julio, una revista, viajes de estudio o la Semana del Adulto, en la que los estudiantes presentan su trabajo de todo el año en una feria realizada frente a la Catedral salteña, son algunas de esas ideas. Otras incluso están ya institucionalizadas en el barrio, como el desfile del 9 de Julio o a jornada del Día del Niño. Y parece que funciona, porque mientras que en 2009 había sólo 150 estudiantes, hoy ya son 532.
... y el foco en la persona
Mientras que la comunidad es un aspecto central de la enseñanza, también lo es el sujeto individual, porque “nadie puede ser alumno si primero no es una persona”. Por eso, el trabajo sobre la autoestima es fundamental, igual que acompañar tanto a docentes como a estudiantes para que vayan encontrando su lugar. Para Víctor, “es cuando las personas se sienten útiles que se animan a participar y se empieza a formar el sentido de pertenencia y la participación.”
Sentirse útiles también les permite, a estudiantes y docentes, armar su proyecto de vida. Un proyecto que no termina en el BSPA sino que sigue después. “Hay que darles esperanzas a los alumnos, decirles que hay cosas nuevas, que lo mejor está por venir aun si tienen 50 o 60 años” porque “cuando ellos entienden eso, vos ves que cambian”. Para acompañar ese después, se dictan en tercer año talleres de orientación vocacional. Y acá también se ven los éxitos: según datos de seguimiento de la misma escuela, de los 82 egresados del 2013, el 62% se encuentran cursando alguna carrera en el nivel superior.
Lo que está por venir
En lo personal, el futuro de Víctor es terminar la Licenciatura en Gestión Educativa que actualmente estudia en Universidad Católica de Salta. Pero para este director, tanto en el presente como en el futuro, los proyectos personales y los de la escuela se mezclan y superponen.
Entre los proyectos mas ambiciosos para la institución, están ampliar la cobertura de los servicios educativos en ambas direcciones: abrir una guardería comunitaria y algunas carreras de nivel terciario. “Otro proyecto grande que tenemos es la radio comunitaria, que funcionaría en la parte nueva del edificio escolar y le daría a la policía, al centro de salud y la escuela un espacio para plantear sus problemáticas y tratar de solucionarlas”, cuenta Víctor, “una radio que sea de la comunidad, de la gente que trabaja por la comunidad y que no tiene un espacio para manifestarse, una radio que sirva para su desarrollo”.
La visión de Victor sobre la educación para adultos se materializa en el clima de trabajo, en los fuertes lazos de cooperación con otras instituciones barriales, en los muchos proyectos que se llevan adelante y en los datos de crecimiento y calidad de la escuela. Pero también en el reconocimiento del entorno.“Muchos dicen que la comunidad cambió desde que llegó el BSPA y eso a mi me pone orgullo”, cuenta el director y agrega, “aunque no fue gracias al BSPA, es gracias a ellos mismos”.
Julieta Montero
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