Violadores cotidianos

20/03/2012

Sr. Director
La violación de las turistas extranjeras en Salta, nos pega en la cara cada día, la tapa de los diarios nos muestran una realidad que tratamos de ocultar desde hace mucho tiempo, pero que inexorablemente aparece.

La violación sexual es parte de nuestra vida cotidiana, niñas pobres, aborígenes o criollas son violadas todos los días, nadie dice nada, no figuran en la tapa de los diarios, sus violadores no son detenidos y si son adinerados ni siquiera llegan a ser denunciados, los padres de las niñas aceptarán un poco de dinero a cambio de su silencio, tal vez en la comisaría ni siquiera sean atendidas ya que el violador es cooperador económico de la policía local, funcionario, familiar de funcionario, o amigo del poder.

A los pocos días de la violación y asesinato de las turistas francesas, era violada y asesinada una joven wichi en las cercanías de Tartagal, seguramente la causa está cerrada o archivada, claro “era wichi”.

La cultura de la violación forma parte de nuestro sistema, no violamos solamente en términos sexuales, violamos en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana y esa cultura se va agravando hasta que aparece en la tapa de los diarios.

La violación a las leyes y las normas que debieran regir nuestra sociedad, es ejecutada desde la cúspide del poder político y judicial, entonces, ¿que podemos pedirle a nuestros pobres ciudadanos?

En la calle España, entre Pueyrredón y Dean Funes, todos los días hábiles, gendarmes, policías federales y agentes del servicio penitenciario, detienen la circulación de los vehículos particulares para que el camión que traslada a los detenidos estacione en doble fila, allí quedará durante horas y si algún chofer apurado por sus obligaciones dice algo, será acusado de desacato. Justo allí, donde funciona el poder judicial de la Nación, justamente ellos que son autoridad, violando todos los días la ley de tránsito fuera del juzgado. ¿Que podemos esperar que ocurra dentro?

Puede parecer redundancia pero no lo es, en la avenida Hussein, a las puertas del poder judicial de la provincia de Salta, pueden verse sobre la vereda dos carteles municipales que impiden el estacionamiento, como si esto no fuera suficiente existe un agente de tránsito para velar por el cumplimiento de la orden emanada de los dos carteles, todo esto para que los colectivos puedan doblar en U sobre la avenida, justo en contramano a la salida de vehículos del estacionamiento que se encuentra frente al Poder Judicial de la Provincia, es decir violando todas las leyes de tránsito pero garantizados por la autoridad.

En la avenida San Martín, los colectivos, taxis y remisses, que son todos negocios privados, tienen carril exclusivo custodiado por la policía de tránsito, a la cual le pagamos todos los salteños, al igual que en la avenida Belgrano, pueden parar sobre la vereda derecha y de allí girar a la izquierda para tomar la calle Jujuy en el caso de la San Martín o la Güemes en el caso de la Belgrano, no importa que el tránsito se detenga para dejarlos pasar, o que ellos nos obliguen a detenernos con su aparatosidad volumétrica, o que ocurran accidentes, están autorizados a cometer tales infracciones por el poder municipal, los demás somos violados y ojo con decir algo, el negocio del transporte deja buenos dividendos.

El gobierno de la provincia contrata personal y los obliga a emitir facturas como monotributistas, ahorrandose de esta manera los aportes patronales y previsionales, violando la ley del trabajo, la que por otra parte nos obliga a cumplir a los particulares en su condición de policía del trabajo. Como si fuera poco, desde el gobierno se viola el derecho a la propiedad, cientos de miles de hectáreas que eran fiscales (que eran de todos los salteños) pasaron de pronto a ser explotadas por particulares en su propio beneficio, (comodato), o directamente se las apropiaron y todo sigue igual.

Nos violan con la telefonía celular, con el servicio de internet, el agua, la luz, el gas, etc., cuando nos sobrefacturan o no sabemos medir un pulso, un vatio, un gigabyte, un metro cúbico de gas a 1.187 metros sobre el nivel del mar y a 40 º C. de temperatura, y violamos el código de planeamiento urbano cuando hacemos edificios que no debemos, y violan a la municipalidad o la provincia cuando el dinero público se desaparece de las arcas del estado y las rendiciones de cuentas no cierran porque son fraudulentas.

Violamos todo, hasta al adelantarnos en la cola que debemos hacer para pagar impuestos, los que por otra parte también son violatorios, porque a los supermercados y grandes empresas asociadas al poder no se les cobra ninguno.

Violan los jueces que encubren los asesinatos relacionados al poder político y viola el poder político cuando le paga a los medios de comunicación para que sean “oficialistas”, para que apoyen sus pretensiones o se opongan a las demandas populares, léase Martín Grande y la defensa del monumento al combate de Manchalá, que lo único que hace es manchar la memoria de todos los salteños y llenarle los bolsillos con $50.000 mensuales. Violan también los medios que se oponen a una distribución un poco más justa de la riqueza y que presionan a los gobiernos populares para defender sus propios intereses, asociados generalmente al neoliberalismo o simplemente para recibir una jugosa pauta publicitaria o créditos para emprendimientos turísticos.

Violo, violas, violamos, violáis y viceversa. Solo hace falta en nuestra tierra, que algún varón domado se anime a denunciar a su mujer por violación, que seguramente existe, pero somos tan machos que hasta eso nos callamos.

Esperemos que mañana no estemos todos, en la tapa de los diarios.

Sandra Russo - 19 Marzo 2012

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