El llanto de un angel y el dolor de un país

01/09/2011

El llanto de un angel y el dolor de un país
Hoy, la noticia del hallazgo del cuerpo de Candela invadió casi todos los medios masivos de comunicación. El coraje de una madre que reclamó por la aparición de su hija con vida contagió una sociedad adormecida. La esperanza  se hizo pedazos con la más cruel realidad. De pronto muchas puertas y ventanas de departamentos y casas se cerraron. De pronto todos sospechamos de todos. Muchos se habrán acordado de la Pena de Muerte que propuso Menem, para combatir esta clase de delitos. Para muchos otros penas más duras para los casos de secuestros, trata de personas o muertes aberrantes. Muchos otros reprochan que hay más de 2.500 personas desaparecidas cuyos familiares los siguen buscando. Una mezcla de estupor, dolor y bronca inundó a los millones de televidentes que siguen las noticias. Mañana habrá otra marcha y mucha  gente acudirá nuevamente con la esperanza de que haya un cambio real, mientras otros, expectantes, quizá no vayan acordándose irremediablemente de lo que pasó con el caso Blumberg, usado políticamente y con un final escandaloso. El tiempo corre implacable en una ciudad donde la vorágine de los acontecimientos impide cualquier razonamiento provocando reacciones  instintivas de las masas que llevan a extremos donde no prima la razón, la verdad o la justicia. Hay un clamor de la sociedad que exige castigo para los responsables. En esto estamos de acuerdo la mayoría de los argentinos. Aquel que cometa delito, que pague. Lo que yo no estoy de acuerdo es que se use el nombre de una inocente para otros fines que puedan provocar arrebatos o consecuencias inesperadas. Los extremos son malos tanto en algunos medios cuando afirman  que todo está mal y que hay total inseguridad en las calles como en los otros que quieren tapar el sol con un dedo. En el medio, hay  miles y miles de policías anónimos que hacen bien su trabajo y que salvan vidas. Tal vez nunca serán reconocidos como tampoco asciendan en su carrera. Este caso de esta niña parece haber tocado las fibras más íntimas de una sociedad que debate en los medios seguir mirando a Tinelli o comprometerse en construir día a día valores más sólidos como la solidaridad, el respeto, la verdad y la comunicación familiar que en tiempos del auge de las redes sociales derriba la intimidad de millones de familias y los expone a peligros del crimen organizado. El Congreso de la Nación debatirá pronto una ley sobre trata de personas. Pero una ley sin el consenso de la sociedad, sin el compromiso de los jueces y sin la actitud pasiva de la fuerza pública, será sólo un papel escrito con buenas intenciones o un circo mediático para la televisión. Hasta que no haya una pena ejemplificadora nos seguirán conmoviendo crímenes horrendos como el de Candela. Mientras todo pasa, me pregunto ¿Es que algún día podremos unirnos verdaderamente como sociedad para ganarle a la impunidad?
Juan Lagarsa para L@Hor@

Justicia_Llorando_sangre

Este miércoles, la noticia del hallazgo del cuerpo de Candela invadió casi todos los medios masivos de comunicación. El coraje de una madre que reclamó por la aparición de su hija con vida contagió una sociedad adormecida. La esperanza  se hizo pedazos con la más cruel realidad.

De pronto muchas puertas y ventanas de departamentos y casas se cerraron.

De pronto todos sospechamos de todos.

Muchos se habrán acordado de la Pena de Muerte que propuso Menem, para combatir esta clase de delitos.

Para muchos otros penas más duras para los casos de secuestros, trata de personas o muertes aberrantes.

Muchos otros reprochan que hay más de 2.500 personas desaparecidas cuyos familiares los siguen buscando. Una mezcla de estupor, dolor y bronca inundó a los millones de televidentes que siguen las noticias.

Hoy habrá otra marcha y mucha  gente acudirá nuevamente con la esperanza de que haya un cambio real, mientras otros, expectantes, quizá no vayan acordándose irremediablemente de lo que pasó con el caso Blumberg, usado políticamente y con un final escandaloso.

El tiempo corre implacable en una ciudad donde la vorágine de los acontecimientos impide cualquier razonamiento provocando reacciones  instintivas de las masas que llevan a extremos donde no prima la razón, la verdad o la justicia.

Hay un clamor de la sociedad que exige castigo para los responsables.

En esto estamos de acuerdo la mayoría de los argentinos. Aquel que cometa delito, que pague. Lo que yo no estoy de acuerdo es que se use el nombre de una inocente para otros fines que puedan provocar arrebatos o consecuencias inesperadas.

Los extremos son malos tanto en algunos medios cuando afirman  que todo está mal y que hay total inseguridad en las calles como en los otros que quieren tapar el sol con un dedo.

En el medio, hay  miles y miles de policías anónimos que hacen bien su trabajo y que salvan vidas. Tal vez nunca serán reconocidos como tampoco asciendan en su carrera.

Este caso de esta niña parece haber tocado las fibras más íntimas de una sociedad que debate en los medios seguir mirando a Tinelli o comprometerse en construir día a día valores más sólidos como la solidaridad, el respeto, la verdad y la comunicación familiar que en tiempos del auge de las redes sociales derriba la intimidad de millones de familias y los expone a peligros del crimen organizado.

El Congreso de la Nación debatirá pronto una ley sobre trata de personas.

Pero una ley sin el consenso de la sociedad, sin el compromiso de los jueces y con la actitud pasiva de la fuerza pública, será sólo un papel escrito con buenas intenciones o un circo mediático para la televisión.

Hasta que no haya una pena ejemplificadora nos seguirán conmoviendo crímenes horrendos como el de Candela.

Mientras todo pasa, me pregunto ¿Es que algún día podremos unirnos verdaderamente como sociedad para ganarle a la impunidad?

Juan Lagarsa para L@Hor@

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