Inmigrantes en Salta

31/08/2010

 

La idea sobre la inmigración siempre tuvo una carga emotiva y romántica importante en nuestras mentes. La representación de millones de personas que eran desplazadas de sus tierras, a causa de la guerra o la pobreza, decidían emigrar a territorios ajenos en busca de nuevas oportunidades, nuevos horizontes.

 

Desde 1850 en adelante Argentina fue el destino preferido para muchos inmigrantes europeos. Sus esperanzas se renovaban cuando la embarcación que los traía encallaba en el puerto de Buenos Aires.  El aire renovado que les ofrecía Argentina automáticamente refrescaba sus anhelos de una vida mejor. Muchos de ellos optaron por la vida acelerada que les proponían las grandes ciudades de Buenos Aires, Córdoba o Santa Fe, en cambio otros desearon la tranquilidad y la tradición que les ofrecía una ciudad como Salta.

Tras la independencia en 1816, la ciudad de Salta quedó económicamente desmantelada y se sumergió en un etapa de decadencia por buena parte del siglo XIX. Fue en la década de 1890, con la llegada del ferrocarril  y la radicación de numerosos inmigrantes españoles, italianos y árabes (sirios y libaneses en particular) que la economía local adquirió fuerza nuevamente.

En ese período en la ciudad de Salta había casi 3.000 europeos, los cuales acarrearon sus ideas  y con ellas dejaron su marca en el arte, el transporte público y el comercio además de extender la filosofía de la masonería a nivel local.  La presencia de los árabes se afianzó a partir de 1900. Venían hechizados por las noticias que llegaban a sus países hablando de las posibilidades de trabajar y crecer en Argentina. Muchos de ellos se desempeñaron como vendedores callejeros  que se movían a pie o en mulas extendiendo el comercio en muchas de las localidades salteñas.

La población inmigrante durante los años siguientes hasta después de la segunda guerra Mundial siguió creciendo en grandes cantidades. En la década del 40 Argentina tenía entre sus habitantes más de 3.000.000 de inmigrantes procedentes de distintas naciones europeas. Entre 1945 y 1974 las olas migratorias sirio-libanesas aumentaron debido a la guerra civil que se había producido en El Líbano.

En la actualidad la situación es distinta a la del Siglo XIX y principios del XX. La mayoría de los inmigrantes que viven en Salta provienen de países hermanos como Bolivia, Paraguay o Perú y en menor medida de Venezuela, Colombia y Uruguay. Se calcula que en la provincia viven alrededor de 60.000 o 70.000 personas que nacieron en Bolivia. Muchos de ellos, por lo inestable de su situación, son explotados o tratados como trabajadores esclavos.

En el 2006 se lanzó el Programa Nacional de Normalización Documentaria Migratoria llamado “Patria Grande” y puesto en marcha por el Gobierno Nacional para tratar de normalizar la situación de todos los extranjeros pertenecientes al MERCOSUR. Aquellos que presentaban la documentación requerida, la Dirección Nacional de Migraciones les entregaba una credencial de residencia precaria en forma gratuita que los habilita a estudiar, trabajar, entrar, salir y permanecer en el país sin inconvenientes.

Allá a lo lejos quedó la época en la que Salta repartía folletos en los países europeos que publicitaban a la provincia como un buen destino para emigrar, destacando su riqueza en minerales como el oro y la plata. Atrás quedó la Constitución de 1853 que establecía que el gobierno federal “debía fomentar la inmigración europea”, incluso la Ley promulgada por el presidente Avellaneda en 1876 que reconocía sólo a los inmigrantes que venían de ultramar con iguales derechos a los nativos. Esos extranjeros eran deseados por el gobierno argentino, se creía que sus conocimientos traerían adelantos en terrenos de la ciencia, la industria o la actividad agropecuaria.

Hoy Salta está intentado crear y adoptar políticas que ayuden a los inmigrantes a regularizar y legalizar su situación para lograr evitar que sean explotados y sus derechos sean reconocidos plenamente.

Salta tiene una larga tradición de amabilidad y hospitalidad que enamora tanto a locales como extranjeros. Después de más de 100 años de historia migratoria Salta sigue siendo un lugar rico, próspero y elegido por miles de turistas que la visitan año a año, muchos de ellos se sintieron tentados con sus paisajes, su cordial sociedad y decidieron irse a vivir allí.

El presente artículo fue escrito por Martín Rodríguez, voluntario de la Fundación Ciudadanos del Mundo

 

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